Para mi amor de un absurdo sueño adolescente

Tan falto de amor, te hice para mí; mejillas de pálido rosa, suaves como el algodón de azúcar. Contrastan con el amoroso caos y el peligro en el que me ciernes y desbordas. Recuerdo vagamente tu rostro, vagamente se diluye como mi enturbiada mente. Acaso te conozco de vidas pasadas, o eres el collage de todo lo que está bien en una mujer. Quién lo entendería, si soy solo yo el que lo sufre… El que se balancea entre el orden y el caos de tus visiones. Sea cual sea la forma que tomas, avivas el ardor de un fuego que ya no quema. ¿A dónde tratas de llevarme? Por qué hacer de mi un miserable poeta, por qué acaricias a mi durmiente oveja negra, si no eres más que una mentirosa ensoñación que al pasar de las horas se olvida, y vuelvo a estar solo conmigo mismo y con el deseo de que existas…

Me desvistes con lujuriosa malicia, odias lo trajeado y me lo quitas. Manoseas con maldad mi corbata y la arrebatas, haces saltar los botones de mi blanca camisa, pantalones vuelan en libre frenesí y lo que queda de mí con pudor lo escondo, pero tu rostro se deleita como si lo que viera fuese un delicioso manjar con el cual hartarse hasta la saciedad. Soy tu dulce postre desnudo, tu niño en busca de una madre, la oveja que ha escapado del pastor, un adicto hambriento de tu sutil y distante amor.

Mi prisión

Mi cárcel es delgada
Es blanca y algo frágil.
Un solo toque y sus hojas,
De negro azabache caen.

Mi cárcel es triste y melancólica.
Penetra mi cráneo como agujas la piel
Es para mí la náusea alcohólica,
Derramando una y otra vez, lágrimas que ya lloré.

¿Por qué he de mentir?
Odio este mundo, todo lo que habita en él.
Me quedo atrás en las lágrimas rebeldes,
De un niño al que tiempo atrás asesine.

Eras demasiado bueno para esta mierda.
Y ahora solo quedó un feo y sucio despojo.
Una flor cubierta de basura.
Un vacío y yermo ser.

Pienso en ello pero es tarde.
Ya estoy retorcido, corrompido.
Mi universo se consume
Por este odio hacia mí mismo.

Que nos den a todos.

Narkissos Meness